Podría decir que en mi vida, siempre estuve en una búsqueda espiritual. Para eso, siempre pensé que un guía, un maestro, podría ayudarme con su conocimiento y así acceder al misticismo.
Buscando, encontré a un seminarista, a un maestro de yoga, a un maestro de reiki y de energética...
Tengo dos hipótesis:
1) El conocimiento no se puede dar, sino en dosis, porque existen muchos intereses en rededor -incluyendo los personales del maestro- que deben cuidarse antes que "iluminar" al discípulo.
2) En realidad no es que el maestro sea el dador del conocimiento incondicional, más bien, uno lo debe construir.
Tuve también una maestra de reiki, ella me dijo, "no necesitamos a nadie, el conocimiento está dentro". Si es así, entonces puede ser más cierta mi segunda hipótesis.
Pienso por qué buscar una figura masculina, ¿eso tendrá que ver con mi propia historia personal?, ¿con los constructores culturales que han puesto por encima al hombre?, ¿por qué no escuché a mi maestra en algún punto y no la consideré también mi maestra espiritual?, en todo caso, ¿por qué pensar que debe existir alguien más que debe guiarte?
Mi búsqueda debe cambiar, definitivamente.
martes, 21 de julio de 2015
Durmiendo con el enemigo
Hace poco más de cuatro años me invitaron a trabajar en la jefatura de un departamento administrativo de una universidad pública.
El que fue mi jefé, "me instruyó", advirtiendo dos cosas relevantes:
-La junta de gobierno había aprobado un proyecto para ese departamento y dirección para los siguientes tres años y había que llevarlo a cabo cuidadosamente para obtener resultados.
-La academia y los administrativos habían sido irresponsables no sólo con el uso de los recursos públicos, sino también en el acatamiento a los reglamentos universitarios, por lo tanto, era relevante apegarse lo más posible a un tratamiento transparente de los recursos y el cumplimiento de la ley universitaria.
Estas consignas, por mi historia de vida, calaron muy fuerte e intenté llevarlas al pie de la letra. A la larga, dado que yo no tenía experiencias al frente de un equipo de trabajo y un contexto de la gestión universitaria más amplio, todo eso fue contraproducente, porque terminé siendo la mala del cuento.
Me pregunto por qué mi jefe nunca habló conmigo francamente. Él, junto con su asistente, cortaban la comunicación conmigo. Cuando consideraban que yo era merecedora de sus cátedras de experiencia, me hablaban de otros ejemplos y de situaciones complicadas en la universidad, intuyo yo que eran con el fin de "captar mis errores", pero eso, más bien surtía efecto en continuar mi labor "haciendo lo correcto".
Claro que me sentí engañada, frustrada, ingenua. Aún no logro comprender si fui la carne de cañón, la cortina de humo para que la atención estuviera en mí y no en él y su asistente -que está demás decirlo, tenía el papel contrario a mí: "la linda buena onda"- o simplemente algo falló.
Sin embargo, estoy tratando de dejar ir, de liberar ese sentir de mi vida, porque tengo tantas bendiciones, que esos años que viví durmiendo con el enemigo no pueden quitarme lo más valioso que ahora vivo.
El que fue mi jefé, "me instruyó", advirtiendo dos cosas relevantes:
-La junta de gobierno había aprobado un proyecto para ese departamento y dirección para los siguientes tres años y había que llevarlo a cabo cuidadosamente para obtener resultados.
-La academia y los administrativos habían sido irresponsables no sólo con el uso de los recursos públicos, sino también en el acatamiento a los reglamentos universitarios, por lo tanto, era relevante apegarse lo más posible a un tratamiento transparente de los recursos y el cumplimiento de la ley universitaria.
Estas consignas, por mi historia de vida, calaron muy fuerte e intenté llevarlas al pie de la letra. A la larga, dado que yo no tenía experiencias al frente de un equipo de trabajo y un contexto de la gestión universitaria más amplio, todo eso fue contraproducente, porque terminé siendo la mala del cuento.
Me pregunto por qué mi jefe nunca habló conmigo francamente. Él, junto con su asistente, cortaban la comunicación conmigo. Cuando consideraban que yo era merecedora de sus cátedras de experiencia, me hablaban de otros ejemplos y de situaciones complicadas en la universidad, intuyo yo que eran con el fin de "captar mis errores", pero eso, más bien surtía efecto en continuar mi labor "haciendo lo correcto".
Claro que me sentí engañada, frustrada, ingenua. Aún no logro comprender si fui la carne de cañón, la cortina de humo para que la atención estuviera en mí y no en él y su asistente -que está demás decirlo, tenía el papel contrario a mí: "la linda buena onda"- o simplemente algo falló.
Sin embargo, estoy tratando de dejar ir, de liberar ese sentir de mi vida, porque tengo tantas bendiciones, que esos años que viví durmiendo con el enemigo no pueden quitarme lo más valioso que ahora vivo.
sábado, 18 de julio de 2015
Experiencias incómodas que he tenido siendo alumna
Estaba estudiando la licenciatura. Levábamos la materia de Taller de Lectura y Redacción. La maestra nos explicó las funciones del lenguaje, luego hizo un examen. Para nuestra sorpresa, el examen no era tan comprensible que digamos. Para sorpresa de la maestra, la mayoría reprobamos. El día que entregó los resultados de los exámenes ella no nos dijo nada, pero su semblante era de una persona muy enojada y por supuesto, el de nosotros, los estudiantes, también. Ya luego que la maestra salió del salón, todos nos quejamos amargamente.
Días después, la maestra seguía molesta y preguntó por qué habíamos sacado tan mala calificación si habíamos visto el tema en clases y nosotros no dijimos que tuviéramos dudas. Nadie hablaba, pero ella insistía, "¿qué fue lo que salió mal?" y yo me animé a decirle algo como: "Maestra, el tema en las clases lo vimos de una manera distinta a la forma en que se realizó el examen. En el examen estaban las funciones del lenguaje confusas, algunas de ellas se podían clarificar con el habla, no con lo escrito, como usted diseñó su examen".
Uff, jamás debí haber dicho eso. Ella se puso a llorar y dijo que yo estaba diciendo que no sabía hacer exámenes y nunca le había sucedido en tantos años que tenía como docente,
-¿Quién más piensa así? -preguntaba... y claro, nadie más habló. Por eso tuve que volver a intervenir para decirle:
-Maestra, yo no estoy diciendo que sea usted una mala docente, sólo dije que su examen fue confuso
-Fue peor el remedio.
-¿Quién más piensa así? -preguntaba... y claro, nadie más habló. Por eso tuve que volver a intervenir para decirle:
-Maestra, yo no estoy diciendo que sea usted una mala docente, sólo dije que su examen fue confuso
-Fue peor el remedio.
En pocas palabras, nunca me ha vuelto a saludar en su vida. No sé cómo pasé su materia.
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Hace unos meses me dijeron que había un curso de Estadística, compromiso del programa educativo que curso, para complementar la formación de quienes no tuvimos esa materia en la maestría. Honestamente, me puse muy nerviosa, porque nunca fui buena en matemáticas.
Era de las que sacaban 0 en la prepa y hacía ejercicios de recuperación, pero volvía a sacar 0.
Recuerdo que aprobé Geometría Analítica porque el profesor tuvo a mal (y a bien para mí) hacer un examen con ejercicios que no vimos en el salón de clases y todos los compañeros del grupo se quejaron, entonces, la dirección de la escuela volvió a hacer el examen y obligó al profesor a ponernos esa calificación. Alcancé a pasar gracias a eso.
Ese profesor (ahora ya murió, QEPD), me sacó del salón de clases en una ocasión, porque una amiga no sabía cómo poner "pi" en su calculadora científica para una operación y me puse a explicarle que debía poner primero no sé qué de doble función y luego buscar el símbolo de "pi" y no sé qué más.
Se paró en frente de mí y con su dedo índice señaló diciendo:
-¡Tú y tú!, ¡a Chihuahua a un baile!
-Yo me quedé pensativa. En primer lugar, no creí que me estaba diciendo a mí, en segundo, no sabía lo que significaba su expresión.
-¿Y usted? -Dijo muy enojado
-¿Yo? - Dije arrastrando un poco la "y", quizás por nervios. Y el maestro sólo bajó un poco el torso para que su cara quedara más cerca de mí y sin una sola expresión, más que sus ojos un poco desorbitados, me gritó:
-¡Para afueraaaaaaaaaaa!
Mi amiga estaba feliz de estar fuera de la clase, pero yo no, ¡cómo le iba a entender al ejercicios si de por sí en clases no tenía ni idea!
Se paró en frente de mí y con su dedo índice señaló diciendo:
-¡Tú y tú!, ¡a Chihuahua a un baile!
-Yo me quedé pensativa. En primer lugar, no creí que me estaba diciendo a mí, en segundo, no sabía lo que significaba su expresión.
-¿Y usted? -Dijo muy enojado
-¿Yo? - Dije arrastrando un poco la "y", quizás por nervios. Y el maestro sólo bajó un poco el torso para que su cara quedara más cerca de mí y sin una sola expresión, más que sus ojos un poco desorbitados, me gritó:
-¡Para afueraaaaaaaaaaa!
Mi amiga estaba feliz de estar fuera de la clase, pero yo no, ¡cómo le iba a entender al ejercicios si de por sí en clases no tenía ni idea!
Ese mismo maestro, pasaba lista mencionando el primer apellido y en mi salón había como seis personas que nos apellidábamos Ruiz, y recitaba:
-"Ruiz", "Ruiz", "Ruiz", "Ruiz"....
De tal manera que yo debía aprenderme cuál "Ruiz" era yo, porque si no, me ponía falta aunque ahí estuviera en el salón.
-"Ruiz", "Ruiz", "Ruiz", "Ruiz"....
De tal manera que yo debía aprenderme cuál "Ruiz" era yo, porque si no, me ponía falta aunque ahí estuviera en el salón.
En fin, ¿Cómo era posible que a mis 32 años volviera a tomar matemáticas, luego de esos tormentosos momentos de preparatoriana, hace justo 16 años? Ni modo, tenía que enfrentarlo.
Y ya estando en clases, todo resultó peor de lo que yo pensaba: todas las tareas, mal. El maestro, un Doctor en Ciencias de la Computación, nos daba oportunidad de corregir. Y yo me sentía otra vez en la prepa "de nuevo ejercicios de recuperación"....
Un día, no sé qué pidió el profesor de tarea y tuve el mal gusto de decir algo como: "no, maestro, no nos deje esa tarea, yo no soy buena en matemáticas, soy buena en otras cosas, tengo otras habilidades"... y al terminar la clase, fui la burla de mis compañeros, dijeron que eso se escuchó como "que le estaba echando el perro al maestro".
¡Ouch!!! mal comienzo en mi regreso a las matemáticas, pero al final, repunté, saqué 10 de calificación final =D
sábado, 13 de junio de 2015
Personalidad invasiva
Considero que tengo una personalidad invasiva.
La describo como la necesidad que tengo de expresarme en voz alta, haciendo que todos me escuchen y hablando de cualquier tema. Incluso de aquellos que casi no conozco, hablo y hablo para expresar cuál ha sido mi experiencia con tal o cual situación.
He intentado ser más tranquila, quedarme callada y escuchar, pero no lo consigo.
Tampoco entiendo muy bien de dónde provienen esas ganas de expresar exactamente lo que pienso, al final de cuentas, ¿qué sucede si no digo mi punto de vista?, ¿o qué pasa si no concuerdan los demás con lo que pienso?
Esta última pregunta, me la hago porque una característica de mi personalidad invasiva es el tratar de que otros comprendan lo que les estoy diciendo. Si por alguna razón, me dicen otra cosa, en automático yo contextualizo su comentario en la dimension: "no comprende mi punto de vista".
En fin, pues a trabajar en ello, o dejar que fluya =D
La describo como la necesidad que tengo de expresarme en voz alta, haciendo que todos me escuchen y hablando de cualquier tema. Incluso de aquellos que casi no conozco, hablo y hablo para expresar cuál ha sido mi experiencia con tal o cual situación.
He intentado ser más tranquila, quedarme callada y escuchar, pero no lo consigo.
Tampoco entiendo muy bien de dónde provienen esas ganas de expresar exactamente lo que pienso, al final de cuentas, ¿qué sucede si no digo mi punto de vista?, ¿o qué pasa si no concuerdan los demás con lo que pienso?
Esta última pregunta, me la hago porque una característica de mi personalidad invasiva es el tratar de que otros comprendan lo que les estoy diciendo. Si por alguna razón, me dicen otra cosa, en automático yo contextualizo su comentario en la dimension: "no comprende mi punto de vista".
En fin, pues a trabajar en ello, o dejar que fluya =D
sábado, 30 de mayo de 2015
La más ingenua de todas
Hace unos meses, un ex novio comenzó a enviarme mensajes con el pretexto de "cerrar círculos". Expresaba una gran necesidad de que lo escuchara y me enganchó con eso.
El asunto fue creciendo un poco, al grado que él se sintió con derechos de reclamarme por qué me había casado, por qué "no lo esperé" y que por mi culpa, jamás volvería a creer en el matrimonio. Para "superarlo" yo debía permitirle pasar tiempo conmigo.
Me parecía demasiado trágico su discurso, para personas como él, que analizan sus posibilidades y no dejan pasar ninguna oportunidad frente a ellos.
Al poco tiempo me enteré (no por él) que tenía un año de haberse casado.
Me sentí la mujer más ingenua del mundo por haberlo escuchado, por haberle creído la necesidad de cerrar círculos.
Me cayó el veinte de que siempre fue así desde lo conocí, engaños y poca claridad en sus palabras, actos... él era un seminarista cuando comenzamos a salir.
En ese tiempo, algnas personas me dijeron: "él quiere todo", es decir, seguir en el seminario y seguir conmigo. Nunca me atreví a pensar que eso fuera verdad, yo creía en una verdadera confusión entre el camino sacerdotal y la vida laica.
Hasta que me enteré que estaba casado, por fin comprendí ese: "él quiere todo", porque ya casado continuaba diciendo mentiras y pretendía alimentar su ego a costa de meterme en problemas.
Me sentí vulnerada. Le di poder a alguien que no se merecía.
Me sentí triste, porque le di tiempo que pude darle a mi esposo y a mi hijo y vi cómo, ante ese hecho, ellos fueron pacientes conmigo y respetaron mis decisiones. Aprendí que mi familia es lo más importante en mi mundo.
El asunto fue creciendo un poco, al grado que él se sintió con derechos de reclamarme por qué me había casado, por qué "no lo esperé" y que por mi culpa, jamás volvería a creer en el matrimonio. Para "superarlo" yo debía permitirle pasar tiempo conmigo.
Me parecía demasiado trágico su discurso, para personas como él, que analizan sus posibilidades y no dejan pasar ninguna oportunidad frente a ellos.
Al poco tiempo me enteré (no por él) que tenía un año de haberse casado.
Me sentí la mujer más ingenua del mundo por haberlo escuchado, por haberle creído la necesidad de cerrar círculos.
Me cayó el veinte de que siempre fue así desde lo conocí, engaños y poca claridad en sus palabras, actos... él era un seminarista cuando comenzamos a salir.
En ese tiempo, algnas personas me dijeron: "él quiere todo", es decir, seguir en el seminario y seguir conmigo. Nunca me atreví a pensar que eso fuera verdad, yo creía en una verdadera confusión entre el camino sacerdotal y la vida laica.
Hasta que me enteré que estaba casado, por fin comprendí ese: "él quiere todo", porque ya casado continuaba diciendo mentiras y pretendía alimentar su ego a costa de meterme en problemas.
Me sentí vulnerada. Le di poder a alguien que no se merecía.
Me sentí triste, porque le di tiempo que pude darle a mi esposo y a mi hijo y vi cómo, ante ese hecho, ellos fueron pacientes conmigo y respetaron mis decisiones. Aprendí que mi familia es lo más importante en mi mundo.
jueves, 28 de mayo de 2015
Ella
Tengo un mechón de canas algo notorio que se extiende y está en un punto donde parezco descuidada. Pensé en aclararlo para que se vea uniforme, ella dijo "no".
Hay ocasiones en siento una gran necesidad de ser delgada. Cuantas veces he pensado en ponerme a dieta, ella ha dicho "no".
No he dormido bien los últimos meses, ella dice que tomo demasiado café.
Alguna vez estuve muy enamorada de un novio del pasado. Ella dijo que era feo.
Otra ocasión, dejé a un novio porque era violento. Luego de un tiempo ella me dijo que ya podía volver con él, al fin que ya le había dado un escarmiento.
Y así podría contar anécdotas de toda mi vida, donde me doy cuenta que siempre decido mal y no sé qué es lo mejor para mí...
Hay ocasiones en siento una gran necesidad de ser delgada. Cuantas veces he pensado en ponerme a dieta, ella ha dicho "no".
No he dormido bien los últimos meses, ella dice que tomo demasiado café.
Alguna vez estuve muy enamorada de un novio del pasado. Ella dijo que era feo.
Otra ocasión, dejé a un novio porque era violento. Luego de un tiempo ella me dijo que ya podía volver con él, al fin que ya le había dado un escarmiento.
Y así podría contar anécdotas de toda mi vida, donde me doy cuenta que siempre decido mal y no sé qué es lo mejor para mí...
miércoles, 27 de mayo de 2015
plática con una adolescente
Antier encontré a una adolescente de 16 años en un puesto de jugos junto a un autolavado.
Ella me contó que está decidiendo si se va a vivir con su novio o no. Él es uno de los muchachos que trabajan en autolavado.
Ninguno de los dos estudia y al parecer, no está en sus planes. Ella dijo algo como "no me gustan las carreras de las escuelas que hay por mi casa", cuando le pregunté por qué no estudiaba la preparatoria.
¿Qué es lo que te impide irte a vivir con tu novio?, me animé a preguntar.
No esperaba su respuesta:
Tengo una amiga que se fue a vivir con su novio, ninguno de los dos estudiaba, ni trabajaba, el muchacho robaba y ya lo cacharon, está en el reclusorio y ella se acaba de enterar que está embarazada.
Tengo otra amiga que se hizo novia de un muchacho igual, ni estudiaba, ni trabajaba, robaba. También lo cacharon. Ella lo iba a visitar al reclusorio y ahí quedó embarazada.
También tengo otra amiga que se metía con un muchacho, no era su novio, sólo su amigo. Quedó embarazada y el muchacho le dijo que no se casaran pero que tuvieran al bebé, que él le pagaba todo. Pero ella le dijo: "mejor págame el aborto". Yo le pregunto: ¿no te sientes mal?, y ella me dice: "a veces, pero luego me salgo y se me olvida".
Y otra amiga se fue a vivir con su novio. Él sacó una tele en Elektra en abonos, se quedó sin trabajo y ahora mi amiga está embarazada, trabajando y pagando la tele del muchacho. Yo le digo que eso no es justo.
Y una muchacha que vive por la casa, Joselin, se llama, tiene 13 años y quiere andar con mi novio. Le manda mensajes. El otro día se los leí, porque yo le saqué su facebook. Entonces le dije, ¿por qué te mandas mensajes con la de la tortillería? y él me dijo "no, ella me escribió", pero como yo vi que no, le dije: "no es cierto, dime por qué, ¿por qué quieres platicar con ella?" y nada más dice: "que no, que no".
Cuando estamos en la casa de sus hermanos, yo me fijo que la esposa de él le sirve la comida, y mi novio me dice: "¿me sirves?" y yo le digo, ¿por qué? y él me dice:"porque tengo hambre" y yo le contesto: "no, esa no es la respuesta correcta, debes pedírmelo por favor".
Pues realmente, ante su respuesta, me quedé muy pensativa sobre las experiencias que viven los jóvenes de hoy.
Elsa Guerrero, una investigadora mexicana, ya apuntaba que los jóvenes hoy en día viven experiencias que les obligan a entrar en dinámicas que quizás no sean apropiadas para su edad. La realida compleja en la que se desenvuelven, no les permite una vida estable y a través de esos altos y bajos que experimentan, construyen su propia autonomía.
mi tutora de tesis
A veces pienso que mi tutora de tesis, no es consciente que su guía y su compromiso con mi trabajo, me la hace imaginar como una especie de ser de luz que me orienta no sólo en lo académico. Es como si ella supiera qué es lo mejor para mí, aquello que tendrá un efecto positivo en mi vida.
Hablé con ella antes de entrar al programa, le dije que no podría con tanto trabajo, que decidí salirme del proceso de admisión. Ella contestó: "platicaré con la coordinadora tus inquietudes, para ver qué se puede hacer".
En mis adentros pensé: "¿no estoy siendo clara?, ¿acaso no estoy diciendo que me salgo del proceso de admisión?".
Días después me hablaron y me convencí de entrar al programa.
Otras veces pienso que sí es consciente y que se ha adjudicado para sí misma la misión de impulsar a sus tutorados a no flaquear, a mantenerse y trabajar con calidad para aportar algo al mundo.
No lo sé.
Pero le agradezco tanto el rol que está teniendo en mi vida.
Hablé con ella antes de entrar al programa, le dije que no podría con tanto trabajo, que decidí salirme del proceso de admisión. Ella contestó: "platicaré con la coordinadora tus inquietudes, para ver qué se puede hacer".
En mis adentros pensé: "¿no estoy siendo clara?, ¿acaso no estoy diciendo que me salgo del proceso de admisión?".
Días después me hablaron y me convencí de entrar al programa.
Otras veces pienso que sí es consciente y que se ha adjudicado para sí misma la misión de impulsar a sus tutorados a no flaquear, a mantenerse y trabajar con calidad para aportar algo al mundo.
No lo sé.
Pero le agradezco tanto el rol que está teniendo en mi vida.
sábado, 9 de mayo de 2015
Ladridos/aullidos de perro
Nada.
Que estos días he tenido una especie de cosa personal con los vecinos
de la casa 27 por los ladridos de su perro que dejan las 24 hrs en su mini patio.
Primero, hablé con ellos.
Luego, les envié un escrito firmado.
En
la madrugada, salí de mi casa y fui a tocarles el timbre. Di un
timbrazo largo para despertarlos y parece que lo logré, pero no
abrieron. Nuevamente, toqué el timbre y ya no se escuchó, lo
desconectaron. Un enojo terrible subió por mi cuerpo y me fui sobre su
puerta tocando lo más fuerte que puede, por mucho tiempo. No abrieron.
Pensé: Me quedaré tocando aquí hasta que abran.
También pensé: mejor me voy de aquí, que no tiene sentido nada de esto.
Vi que la vigilante del fraccionamiento me observaba y fui con ella. Le comenté la situación.
Me
dijo que habláramos al 066 para que enviaran una patrulla, pero que
tenía que verificar con su supervisor si le permitirían entrar a la
policía.
Me regresé con mucha frustración y enojo a mi cama.
Ahora
pienso que fui afortunada en que no me abrieran la puerta, ¿qué hubiera
hecho?, ¿qué hubiera dicho y cómo se los hubiera dicho?
De repente pensé que estaría nutriendo aquello mismo de lo que quiero huir.
Quizás
los vecinos creen que ganaron la batalla, porque me dejaron ahí a la
1:20 am tocando la puerta como una loca. Pero en el fondo, creo que mi
propia conciencia requería que yo hiciera eso por lo siguiente:
-Debía darme cuenta yo misma, que al tener esa reacción, no iba a solucionar nada, por lo contrario, iba a perder, porque estaría dando pie a que los vecinos se impusieran como víctimas a las que no les respeto el derecho de tener su perrito en su propia casa.
-Ese hecho, que interpreto como una lucha de poderes en la cual yo decidí involucrarme, nutre el odio, lo mismo de lo que trabajo por alejarme.
-Debía darme cuenta que no estoy en una lucha, que sólo estoy defendiendo mi derecho a satisfacer mi necesidad de descanso y que eso no le importa un comino a los vecinos, por lo tanto, esa no es manera de defenderme.
-Al final, pensé que todo se solucionaría. No sé cómo, ni cuándo, pero encontraré solución.
Escribir esto me ayuda a comprender que debo liberarme de lo que no necesito en mi vida.
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