Hace unos meses, un ex novio comenzó a enviarme mensajes con el pretexto de "cerrar círculos". Expresaba una gran necesidad de que lo escuchara y me enganchó con eso.
El asunto fue creciendo un poco, al grado que él se sintió con derechos de reclamarme por qué me había casado, por qué "no lo esperé" y que por mi culpa, jamás volvería a creer en el matrimonio. Para "superarlo" yo debía permitirle pasar tiempo conmigo.
Me parecía demasiado trágico su discurso, para personas como él, que analizan sus posibilidades y no dejan pasar ninguna oportunidad frente a ellos.
Al poco tiempo me enteré (no por él) que tenía un año de haberse casado.
Me sentí la mujer más ingenua del mundo por haberlo escuchado, por haberle creído la necesidad de cerrar círculos.
Me cayó el veinte de que siempre fue así desde lo conocí, engaños y poca claridad en sus palabras, actos... él era un seminarista cuando comenzamos a salir.
En ese tiempo, algnas personas me dijeron: "él quiere todo", es decir, seguir en el seminario y seguir conmigo. Nunca me atreví a pensar que eso fuera verdad, yo creía en una verdadera confusión entre el camino sacerdotal y la vida laica.
Hasta que me enteré que estaba casado, por fin comprendí ese: "él quiere todo", porque ya casado continuaba diciendo mentiras y pretendía alimentar su ego a costa de meterme en problemas.
Me sentí vulnerada. Le di poder a alguien que no se merecía.
Me sentí triste, porque le di tiempo que pude darle a mi esposo y a mi hijo y vi cómo, ante ese hecho, ellos fueron pacientes conmigo y respetaron mis decisiones. Aprendí que mi familia es lo más importante en mi mundo.
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